sábado, 23 de abril de 2011

El Viejo Negocio: Barcelona, Madrid y sus mitos políticos. Los ideales del gol.

Las historias de buenos y malos, cuando menos, admiten matices. El problema es que esas sombras que precisamente hacen las historias más interesantes, esos grises que hacen a los personajes más reales y más complejos, en muchas ocasiones son borrados para presentar un relato más fácil.

Hans Gamper y Josep Sunyol son dos de los presidentes del FC Barcelona más conocidos por su historia. Gamper, fundador del FC Barcelona, tuvo que exiliarse durante la dictadura de Primo de Rivera debido a sus simpatías republicanas y catalanistas.
Sumido en una depresión derivada de estos hechos, acabó suicidándose sin saber que pocos meses después la república volvería a España. Sunyol, presidente del FC Barcelona durante la II República y político de Izquierda Republicana, fue fusilado por las tropas franquistas en plena Guerra Civil. Su chófer se equivocó de camino viajando hacia Madrid, con la mala fortuna de entrar en territorio dominado por el bando reaccionario y allí encontró su fin. Estas historias encajan perfectamente en la filosofía del FC Barcelona y refuerzan esa imagen de “mes que un club”, esa imagen que desde una óptica progresista podríamos calificar de “los buenos de la película”.

Por su parte Rafael Sánchez-Guerra y sobretodo Antonio Ortega son dos de los presidentes más desconocidos de la historia del Real Madrid. El primero fue un político izquierdista durante la II República que pese a ello (¿O quizás a causa de ello?) fue elegido por abrumadora mayoría presidente del entonces Madrid CF. Tras la guerra sufrió la represión en las cárceles franquistas y acabó huyendo a Francia donde formó parte del Gobierno Republicano en el exilio. Antonio Ortega era un coronel del Ejército Popular Republicano, militante comunista y madridista reconocido. Fue el Presidente del Madrid CF durante gran parte de la Guerra Civil y al finalizar esta fue detenido y “desaparecido” como tantos otros. Estas historias no son conocidas, y no lo son por dos razones. Por un lado porque rompen la historia ideal, porque el Real Madrid son “los malos de la película”, los reaccionarios y beneficiados por el poder, esa sombra pondría en cuestión esa dicotomía que a tantos alimenta. Y por otro lado porque al propio Real Madrid, al menos a sus dirigentes, no les interesa, están contentos en el papel que les toca jugar en esta historia y no tienen ninguna intención de reivindicar esas figuras. Ortega ni siquiera tiene un hueco en la web oficial del Real Madrid junto al resto de presidentes.

Y podría seguir derribando mitos. Por ejemplo que el FC Barcelona, controlado por la burguesía nacionalista catalana, se negó a ser colectivizado por la CNT, la organización anarquista que administraba la ciudad durante la revolución de 1936. Si bien el FC Barcelona se declaró institución al servicio de la II República durante la Guerra Civil, el Madrid CF no fue menos. Si el FC Barcelona realizó una gira por América recaudando dinero para el bando republicano, el Madrid CF jugó partidos benéficos en España, y varios futbolistas del Madrid CF formaron parte de la expedición de la Selección de Euskadi por medio mundo recabando simpatías y apoyo económico, como por ejemplo el capitán Luis Regueiro, para más señas comunista y abertzale. Lo cual me hace recordar a otro comunista blanco de la década de los 70, el maoísta Breitner.

Las historias siempre son más complejas. No estoy negando las implicaciones políticas de este enfrentamiento político-futbolístico sino matizándolas. Puedo llegar a admitir ese duelo centralismo/federalismo, pero asumir ese “los buenos” contra “los malos” es una falacia histórica. Manuel Vázquez Montalbán definió al FC Barcelona como “el ejército desarmado simbólico de Cataluña”, sin embargo años después lo matizó, como licencia poética está bien, pero hasta ahí. Si nos planteamos en términos de izquierda/derecha, de progresismo/reacción, no hay más que fijarse en los presidentes. Florentino Pérez o Lorenzo Sanz son empresarios reconocidamente derechistas, igual que Joan Gaspar o Joan Laporta, aunque tapen sus vergüenzas con diferentes banderas. Tampoco las recalificaciones ni los pelotazos urbanísticos son exclusividad de ninguno de los dos, ni los fichajes imperialistas, ni los “periodistas” exaltados, solo hay que tirar de hemeroteca para no dejarse cegar por el ciclo actual.

Escudarse en un supuesto izquierdismo para apoyar a uno y vilipendiar al otro no se sustenta más que en la imagen que pretenden proyectar ambos porque naturalmente les interesa. En Escocia llaman “The Old Firm” a los duelos entre Celtic y Rangers porque pese a todos los piques futbolísticos, religiosos, identitarios y políticos que existen entre ambos (hasta el límite de enviar un paquete bomba al entrenador green esta semana), pese a todo lo llaman así, “El viejo negocio”, porque a la hora de la verdad se sientan ambos en la mesa a negociar la forma en que esa rivalidad les de beneficios económicos, por encima de identidades, de sus hinchas y naturalmente por encima del resto de clubs.

Si quieres apoyar a un equipo justificándolo en unas ideas izquierdistas, en una ética socialista o incluso revolucionaria, te doy una solución: apoya a tu equipo local y no al que gane más títulos. Y de paso, súmate a la rebelión por la democratización de los clubs.

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