Bienvenidos, pandilla de rastreros. Bienvenidos al país del embutido, vosotros que escondéis vuestra auténtica personalidad, blasonando de una supuesta dignidad como presos políticos que jamás tuvisteis. Bienhallados en la tierra de la corrupción, la violencia y la incultura. Es vuestro sitio, sin duda, antes de pasar, como otros, a la ciudad más agresiva del mundo, vuestra dulce Miami. Aquí se os va a arrullar, se os van a hacer mimos oficiales, para que sigáis emitiendo la misma basura que en Radio Bemba, tratando de justificar vuestra actitud servil a quienes han asesinado a vuestros compatriotas, entre los que hay niños y ancianos. La máscara que lleváis pronto caerá suelo.
Bienvenidos a este país, donde podréis luciros en cada cadena de TV, en cada diario, hablando sobre una realidad que se contesta en cientos de páginas web, que carecen de publicidad, precisamente porque dicen las verdades que ocultáis bajo el embozo, en vuestro afán por protagonizar el papel de héroes, cuando lo cierto es que representáis lo peor de la especie humana. Es consolador saber que, allá en la isla más digna del globo, jamás habéis disfrutado de apoyo popular, de la credibilidad de millones de cubanos en pie, que no se arrastran ante el enemigo, lamiendo sus posaderas y recogiendo una limosna por traicionar a vuestros compañeros, e incluso a las familias.
Es normal que el chorizo sea vuestra pasión. Tiene que ver mucho con vosotros. Si lo dejas al aire libre se endurece y acaba por ser incomible. Rodeado por una envoltura que oculta lo que hay en el interior, luciendo una chapa dorada que indica su origen. Los hay picantes, pero lo importante, como las morcillas que soltáis por la boca, es que están hechos con sangre y tripas ajenas. La sangre de inocentes derramada por las bombas de vuestros ídolos en Miami, las tripas de vuestros compatriotas saltando por los aires, por los atentados y crímenes organizados por quienes os han pagado.
Sin duda no os alcanzará para ron y juerga con el dinero que diariamente se os va a regalar, procedente de nuestros impuestos, que se le hurta a los cinco millones de parados que no saben cómo van a solucionar su vida, a los pensionistas que han visto congeladas sus escasas posibilidades para subsistir. Aquí nadie sabe lo que es una libreta alimenticia, ni la subvención estatal de las bienes comunes. Supongo que jugareis al dominó todo el tiempo del que dispongáis. Es lo único, seguro, que sabéis hacer.
Bienvenidos a España, donde aquel ciudadano que protagonizara acciones como las que os llevaron a prisión, iría muchos más años a la cárcel, porque también aquí está castigado el delito de traición. Justo como en vuestro país. Nadie en España puede recibir ningún dinero de ningún país enemigo. Lo que no tenemos, como allá, es el sistema social más justo y equitativo del globo.
No obstante, como digo, bienvenidos al país del chorizo y el pelotazo, aunque no me refiero al beisbol. Pero no protestéis mucho, porque habrá personas menos radicales que este redactor para recordaros, allá donde vayáis, cuatro verdades:
La primera, que nunca fuisteis disidentes, sino delincuentes
La segunda, que habéis mentido toda vuestra vida
La tercera, que en España no atamos los perros con longaniza, ni con salchichón o mortadela. Por ello, espero que os encuentren un trabajo (lo que más odiáis), cosa que otros no pueden lograr, ni siendo españoles, catalanes, vascos o gallegos. Madrid sí paga traidores, a diferencia de la Roma Imperial.
La cuarta, cansaos de falsear vuestra historia de vagancia y traición, que dentro de un mes nadie os dará palmaditas en la espalda, al comprobar vuestra indignidad, miseria moral y vuestro aroma a mercenario, a vuestro repelente olor a José María Aznar. Es lógico que os acoja en sus brazos. Besarle como a un hermano. Él también huele a sangre inocente.
Carlos Tena
No hay comentarios:
Publicar un comentario