jueves, 9 de septiembre de 2010

El retrato edulcorado por parte de los mass media de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad del estado.

Me gustaría mencionar y analizar brevemente, el retrato que de las fuerzas de seguridad del estado realizan los grandes medios de comunicación de masas. Retrato que toma forma y se materializa a través de los telediarios y series ya casi de culto como Los hombres de Paco, Policías o El comisari

En los últimos tiempos asistimos a un maquillaje edulcorante de nuestros cuerpos represivos, la figura del poli bueno y el poli malo ha desaparecido, ahora todos son buenos. Al policía lo han convertido a golpe de serie exitosa en una figura paternal, entrañable, dispuesta a jugarse el tipo para preservar nuestra seguridad. Siempre destapando corrupción constatada, atacando frontalmente la violencia de los rusos y albanokossovares del Este o persiguiendo redes de prostitución infantil. Los telediarios no se quedan atrás, encontramos en sinfín de ocasiones simpáticos policías dando charlas en colegios a nuestros infantes, advirtiéndoles de los peligros de la droga o de cruzar los semáforos en rojo. Se nos enternece el corazón cuando la periodista entrevista a los pequeños y todos de mayor quieren ser policías y matar a los malos. Muchos nos preguntamos qué será de aquel hombre que se decía regalaba caramelos con droga en la puerta del colegio, nunca lo vimos ni supimos de él, igual ahora está atracando bancos porque tiene una deuda enorme con el cártel de Medellín de tanto regalar la droga gratis.

La operación de maquillaje no ha sido fácil, la asimilación de que las fuerzas del orden podrían llegar a ser seres humanos y no bestias ha sido un costoso proceso. Durante cuarenta años fueron la cabeza visible de la represión física de un régimen fascista que prohibía derechos tan fundamentales como el de reunión o asociación, desvincular de la conciencia colectiva el abuso, el sopapo y el cambiarse de acera cuando uno se encontraba con la pareja de la guardia civil, requiere de muchos años y de muchas series de policías y ladrones en Antena 3 y Telecinco. Es graciosísimo lo políticamente correctas que pueden llegar a ser dichas series, cuando por ejemplo se refieren al delincuente en términos de: el sospechoso es un árabe… ¿Un árabe? ¿De verdad nos quieren hacer creer que en el interior de las comisarías españolas se habla en términos de «árabe» y no de un puto moro como sucede en realidad? Al margen de esos episodios de humor negro, nunca muestran abusos, racismo o corrupción, elementos a la orden del día en el carácter de nuestros valientes muchachos. Prefieren deambular por las miserias amorosas de nuestras comisarías, sus celos y rencillas escenificadas en la rivalidad de los machos dominantes ante la llegada de la nueva sexy cadete recién licenciada, interpretada por alguna actriz mediocre de labios carnosos que acude todos los días a la comisaría embutida en kilos de maquillaje.

Lo más patético es que en el fondo intentan dotar a este tipo de series de cierto realismo y autenticidad. Si presumen de realismo, tampoco estaría de más que plasmaran el modelo de interrogatorio tan propio en el Norte o en la Cataluña de los mossos d’esquadra, donde han tenido que instalar cámaras en las salas de detención, tras las continuas denuncias de tortura y malos tratos
[1]. Tampoco deberían olvidar sucesos como el de Coslada city o la desaparición de alijos de cocaína de las comisarías valencianas, la lista sería infinita. Por supuesto los protagonistas de este tipo de panfletos, son en su mayoría inspectores de la policía secreta que cumplen nobles trabajos vinculados a una gran labor social ya mencionados; combaten el crimen organizado, la pedofilia, las redes de narcotraficantes… Jamás veremos series de policías cuyos protagonistas, de azul y con la porra, acudan a dispersar trabajadores concentrados en protesta por un nuevo expediente de regulación de empleo. Imaginemos por ejemplo la serie Antidisturbios, los muchachos de Romero todos los martes en Antena tres. Hoy nuestros muchachos se enfrentan a los trabajadores de la SEAT (música excitante mientras a cámara lenta brota la sangre de los padres de familia que piden pan para sus hijos). En el próximo episodio nuestros chicos desalojan una casa okupa y se enfrentan a los estudiantes movilizados por el plan Bolonia, una joven de 18 años acusa a uno de nuestros muchachos de brutalidad policial ¿cómo reaccionará Romero? Serie ofrecida por El Corte Inglés…

Pero esa es la cara sucia (a veces muy sucia) de las fuerzas de seguridad del estado, es preferible mostrarlos desarticulando redes de pornografía infantil. Por fortuna, todavía nos quedan filmes que nos muestran que ser el único colectivo dotado de legitimidad legal para utilizar la coerción física, puede acarrear una serie de ambigüedades y abusos propios de caracteres ansiosos y gozosos de utilizar esa legitimidad legal. Películas como Teniente Corrupto, Training day o L.A. Confidencial, nos muestran de forma valiente esa otra realidad policial que no se atreve a mostrar Los hombres de Paco. Esa realidad que nos dice que se trata del único oficio o colectivo profesional que ve aumentada su demanda en tiempos de crisis y escasez, algo tremendamente lógico por otra parte: son la vanguardia de choque del órgano de dominación de clase, la prueba fehaciente de que el sistema de dominación de una clase sobre otra se sostiene y descansa sobre las pistolas, las porras y los gases lacrimógenos. Son mercenarios que vendieron a su clase por un sueldo fijo.

Nega

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