No era Valencia, sino Barakaldo, no fue una final de fútbol, sino de baloncesto, entre Barça y R.Madrid, ni siquiera el hecho de que sonara una versión reducida del himno –apenas duró 35 segundos– impidió que los aficionados reprobaran la presencia de los monarcas.
Habían entrado apenas un minuto antes de iniciarse la final, con los equipos formando en la pista, de cara al palco, y fueron recibidos como se merecen, con esteladas, ikurriñas y alguna tricolor republicana que se había colado por los estrictos cacheos donde se retiraron decenas de ellas por "incitar a la violencia", curioso que lo único que generó violencia fue la presencia de los monarcas.
El momento más álgido de los pitidos fue al poner un himno nazional recortado para la ocasión, que provocó la rabia del pabellón, donde el abucheo del público fue ensordecedor.
Una vez más, el pueblo ha hablado, los medios silencian y los políticos hacen como si nada pasara.
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